jueves, 2 de junio de 2011



Solías sostener la puerta para mí ahora no puedes esperar para salir. Solías enviarme flores si me hacías tuya en mis sueños. Solía hacerte reír con todas las tonterías que hacía ahora pones los ojos en blanco y te alejas y sacudes tu cabeza. Cuando la chispa no está y las velas se apagaron y la canción se acabó y ya no hay más sonido, los susurros se vuelven gritos y pienso...
¿Cómo nos volvimos tan malos? ¿Cómo seguimos adelante? ¿Cómo te sientes cuando llega la mañana y está todo por hacer? ¿Es acaso porque queremos ser libres?...Bueno, esa no soy yo, normalmente soy muy fuerte. Ya no me puedo despertar sobre el piso como lo hice mil veces antes sabiendo que “por siempre” no será. Siempre me pongo sentimental cuando pienso en cómo era cuando el amor era dulce y nuevo y simplemente queríamos más. La ducha me recuerda que me desvestías con la mirada, y  ahora ya nunca me tocas y me dices que cansado estás.
Sabes que se vuelve triste cuando todo sale mal  todo lo que piensas es los buenos ratos que tuviste y todos esos “lo siento” no van a significar nada. Sé que dijimos algunas cosas que nunca podremos retirar, es como si hubieran chocado trenes y que ahora traten de encarrilarse. Abrimos el vino y lo dejamos respirar pero debimos haberlo bebido cuando aún estaba dulce. Eventualmente todo sale mal.
Ahora,  ¿seguimos juntos por temor a la soledad? Nos acostumbramos a este abuso que ya se siente familiar.

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